EL PUEBLO DE FRAGUAS, DESTRUIDO POR LOS FRANQUISTAS Y EL ABANDONO DE LOS «DEMOCRATAS DE TODA LA VIDA», REVIVE GRACIAS A SUS NUEVⒶS OKUPANTES
En sus propias palabras:
(…) Fraguas es un proyecto de okupación rural, y vida en comunidad, autogestión y soberanía alimentaria, a través de métodos y saberes tradicionales y sostenibles con el medio, mediante la recuperación del pueblo de Fraguas, expropiado por el Estado Español con motivo de la industrialización en la década de los 60′ y su consecuente desplazamiento forzado de poblaciones enteras a las ciudades. Desde que llegamos, hemos recuperado algunas casas, el manantial y las huertas, realizando además distintas actividades de reforestación de flora autóctona, amenazadas por el aterrazamiento y las plantaciones de pino pinaster para la industria maderera que se llevaron a cabo tras la expropiación (…)
Desde que empezaron a habitar el pueblo, en 2013, sus actuales okupantes se han visto acosados por las «autoridades democráticas» de Castilla-La Mancha (PSOE y UnidasPodemos) y los juzgados conniventes con éstas en su intento de destruir el pueblo y el proyecto.
Entre las múltiples agresiones de los «mandatarios» y jueces, seis habitantes fueron condenadⒶs y recondenadⒶs a penas de cárcel. Dejaron claro que no estaban cometiendo ningún delito y no aceptarían medias tintas, por lo que las «instituciones», para escarmiento de quienes quieran actuar sin su «beneplácito», quieren llevar a lⒶs condenadⒶs a la cárcel, por medio de artimañas y abusos de poder.
Posteriormente, variⒶs solidariⒶs más, fueron denunciadas en los actos de apoyo y defensa de Fraguas y sus habitantes.
Porque este pueblo se ha convertido en un icono de le resistencia a los «planes de desarrollo rural» del estado a través de sus variadas administraciones (básicamente neoliberalismo para seguir regalando todos nuestros bienes y saberes tradicionales a las empresas), un icono de la defensa de una sociedad basada en valores humanos y no en el beneficio económico y político de unos pocos y un icono de la recuperación de la vida sencilla, campesina, que siempre ha sido necesaria, pero ahora es imprescindible, en éstos momentos de capitalismo terminal y crisis climática y energética.